Prólogo
Noche
de San Juan, 1999
Tres figuras adolescentes, dos chicos y
una chica, contemplaban la hoguera que habían encendido para celebrar el inicio
del solsticio de verano, una noche especial llena de energía.
Se cuenta que la acción del fuego purifica
y ahuyenta todo lo malo.
A sus dieciséis años, Babi, había vivido
el peor momento de su corta vida, la pérdida de sus padres le había dejado
totalmente desolada destruyendo su hermosa sonrisa.
La previsión de sus padres, había
facilitado estos horribles momentos, en su testamento dejaron estipulado, que
en caso de fallecer ambos, la custodia de su única hija recaería en sus mejores
amigos, Eduardo y Sarah.
Y ahora se encontraba junto a los hijos
de ambos, Fran y Quique, de diecinueve y diecisiete años, respectivamente,
quemando todo lo malo con un peculiar ritual, que sólo ellos compartían.
Unieron sus manos alrededor del fuego
con solemnidad, y cerrando los ojos, los tres murmuraron las siguientes
palabras.
Juntos,
Siempre
hasta morir…
Era la noche más maravillosa,
impresionante, increíble, perturbadora y mágica, la noche donde el espíritu del
fuego danza con las personas elevándolas a un estado espiritual sobrenatural.
El momento de despedir todos los malos
momentos vividos y de recibir todo lo nuevo que la vida nos deparase. Alejar de
nuestra vida todo lo negativo y abrir nuestra mente y corazón a todo lo
positivo.
Con este rito se pretende que la luz
gane a la oscuridad, que las tinieblas queden enterradas para siempre y que una
brillante luz nos acompañe iluminando todo lo bueno que existe a nuestro
alrededor.
Sentados frente al fuego, Babi, Quique y
Fran, tres almas inseparables realizaban su ritual particular…
…Por la amistad, sentados en círculo,
alrededor de la hoguera, con las manos entrelazadas, pidiendo que su amistad
sea perpetua, para siempre…
…Para alejar todo lo malo… ya en pie,
saltando por encima de la hoguera para dar paso a una nueva etapa, lejos de
suspensos o de regañinas de sus padres…
…Para encontrar el primer amor, esa
parte era la más dura del ritual, aunque era el comienzo del verano, la
temperatura descendía por las noches y el agua del mar aún estaba bastante
fría, pero para ellos aquello era como un reto, incluso les divertía.
En ropa interior salieron corriendo
unidos de las manos, Babi, escoltada entre sus dos guardianes, cuando
alcanzaron la orilla se soltaron para tirarse a las furiosas olas de espaldas,
con el único deseo de ahuyentar la mala suerte.
De repente, Babi fue arrastrada hacia la orilla, su
cuerpo estaba siendo centrifugado por una ola furiosa, hasta que unas sólidas
piernas se interpusieron en su camino.
Una fuerte mano tiró de ella alejándola
de aquel tropel húmedo, su anónimo
salvador no contó con su cuerpo ligero, lo que hizo que chocasen en un abrazo
fortuito que les hizo estremecer, ambos pensaron que era debido a la
temperatura del agua.
Unos intensos ojos azules se vieron
reflejados en dos grandes lagunas con tonalidades indefinidas, pero que
encajaban a la perfección en aquel hermoso rostro. Sintió que el deseo recorría
todo su joven cuerpo, sintió un latigazo desde la planta de sus pies hasta la
punta de los dedos de sus manos, al tacto con esa desconocida tibia piel que le
hizo temblar.
Sin pensarlo, atrajo a aquella hermosa
criatura, acercando sus labios a los de ella para depositar una suave caricia
que hizo que todo se evaporase a su alrededor, el mar dejó de rugir, los gritos
de sus amigos se extinguieron, y las llamadas angustiadas de Fran y Quique se
perdieron con el viento.
No quería que terminase, era su primer
beso y aunque debería haber huido del abrazo de aquel desconocido, se vio
envuelta en la más maravillosa de las experiencias. Una vez se quemó al tomar sol,
y la enfermera que le atendió en la Cruz Roja, le dijo que la piel perdona pero
no olvida, pues eso quería ella, no olvidar y que aquel beso quedase
inmortalizado en su piel a fuego.
–¡Babi! ¡Babi!
Las voces preocupadas de sus hermanos la
hicieron reaccionar, e igual que había aparecido en la vida de aquel desconocido,
se alejó corriendo entre las olas.
Sin poder apartar la vista sobre ella,
vio como dos siluetas masculinas se acercaron, por sus gestos, estaban
preocupados. El más alto comenzó a examinarla, en busca de cualquier indicio de
una lesión, mientras que el otro no dejaba de acariciar su melena, se notaba
que para ambos era muy importante.
Entre la luz, ya tenue, de las hogueras,
distinguió como aquella misteriosa sirena iba escoltada por sus celosos
guardianes; una ráfaga de viento, le acercó el sonido de sus voces recitando
una desconocida melodía.
Juntos,
Siempre
hasta morir…
Nena... esta historia promete :D
ResponderEliminarQue ganas de conocer a ese chico de ojos azules, de saber mas. Como dice Eli, promete y mucho esta historia. Besitos guapa
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